En Sucumbíos, continúan procesiones que piden y claman a la Santa Sede, que se restaure la fe Católica. No es una guerra, tampoco es revanchismo, caprichos o intereses individuales o grupales, tampoco es una lucha contra personas; es una lucha contra ideologías que no tienen nada que ver con la fe de la Iglesia. Hace mucho tiempo, la gente permanecía indiferente a lo que significa ser Iglesia, muchos que fueron de diferentes partes del país, se acostumbraron a un modelo de Iglesia que ellos no lo reconocían, hasta cierto punto podríamos decir se les confundió la fe que sus padres les transmitieron; se acostumbraron a un estilo diferente de hacer Iglesia, que en ciertas doctrinas y enseñanzas no tenía nada de comunión con la Iglesia Universal (Católica).
Y sucede lo que tenía que suceder, cuando el Santo Padre decide cambiar de orden religiosa Carmelitas por Heraldos del Evangelio.
En un tiempo, la orden carmelita fue muy fuerte, tanto por su mística y su trabajo evangelizador, aunque debemos decir que hay muchos carmelitas en el mundo que no han perdido esta espiritualidad de sus reformadores como lo son Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz, dos grandes santos de la orden carmelitana, que tanto bien han echo a la Iglesia. Hay hombres y mujeres de esta orden que siguen en algunas partes de este vasto continente siendo fermento de fe y esperanza en su trabajo espiritual y social, sin abandonar las directrices del trabajo social que propone la doctrina, ni abandonar la fidelidad y la comunión con la Iglesia. No se puede tampoco en estos momentos querer mancillar, o satanizar a toda la orden, quizá por unos cuantos que no han actuado con fidelidad y en comunión con ella.
En lo personal, yo admiro a muchos santos de esta orden que han sido fermento y fuerza para la Iglesia con sus enseñanzas y testimonio de vida y fidelidad a la Iglesia: Santa Teresa de Ávila, Santa Teresita del Niño Jesús, Teresa de los Andes, Teresa de la Cruz, San Juan de la Cruz y otros santos extraordinarios que han salido de esta orden religiosa.
Tampoco se puede decir que no han echo nada en todo el tiempo que han estado, hay que reconocer el valor y sacrificio de los primeros carmelitas, que lo dejaron todo y dieron su vida en las selvas orientales llevando el Evangelio aquellas criaturas que debió ser muy difícil en aquellos tiempos. Pero como dice la Palabra de Dios, "Hay bajo el sol un momento para todo" Ecl. 3,1. El tiempo de ellos llegó, por una u otra situación de este mundo, nadie esta llamado a permanecer para siempre y a creerse dueño del tiempo y del espacio, en este mundo todo es pasajero; hoy estamos aquí, y tal vez dentro de un tiempo estaremos en otro lugar.
No somos dueños de los pueblos ni de las vidas de las personas, tenemos que trabajar, sabiendo que un día tendremos que dejarlo todo aunque nos de tristeza partir porque hemos sido simplemente trabajadores y administradores de las gracias de Dios. Es por eso que el trabajo del evangelizador no debe estar sometido a sus caprichos y a sus ideologías, sino a la comunión y a la enseñanza fiel del Evangelio, Magisterio y Tradición. Y así, cualquiera que venga seguirá ese trabajo, porque tiene una raíz y tronco de comunión universal. Con mucha tristeza y caridad hay que decir, que nuestros hermanos, carmelitas, consolatos y diocesanos, claro rescatando también uno y otro que no estaban apartados de la comunión de fe y enseñanza de la Iglesia totalmente; pero la mayoría estaba trabajando con una línea pastoral que en ciertos aspectos tenían comunión con la Iglesia Universal y en otros dejaban mucho que desear. Más de uno se jactaba en vociferar a grandes voces; "Aquí estamos haciendo una iglesia nueva", esto es crear un cisma y división, que no afecta sólo al que piensa de esa manera sino también aquellos que le siguen y que quedan confundidos de esa ideas que se refrescan al aire si darse cuenta hasta donde se puede llegar, y causar daño inconscientemente a mucha gente sencilla que no tiene ni idea de lo que se esta haciendo.
Llega la nueva congregación y claro de echo que va a chocar, y cualquier congregación que hubiera ido, iba chocar con este modelo de llevar la iglesia, y la pena todavía más grande, que en vez de dar paso a la nueva congregación, algunos de estos sacerdotes, preparan o ya estaban preparados con algunos lideres de comunidades, para quien quiera que viniese defender este "modelo de iglesia (isamis)", y entre ellos lideres sociales mucho de los cuales no participan de en la iglesia, sino que en esas circunstancias se convierten en portavoces de crear un problema social, que ya no le corresponde a la iglesia, van a luchar por lo "social", y no en realidad por lo menos por su fe o el modelo, que defendían otros; entonces esto se convierte en una fusión que luego será una confusión, de que unos pelean y defienden lo social y otros aparentemente un modelo de iglesia. Y dentro de toda esta barbarie se dirán y se inventaran tantas mentiras, y mentiras serias, que se convertirán en batallas de guerra fría y luego hasta llegar a los golpes con quienes defendían, el nombramiento legal de la nueva autoridad del Vicariato de Sucumbíos, nombrada por la Santa Sede. Esto parece una historia ficticia, solo que no lo es, es una realidad que se vivió y que aun se esta viviendo en Sucumbíos.
Los Heraldos del Evangelio, una congregación de Derecho Pontificio, enviada por la Santa Sede y designada a reorientar, la pastoral en Sucumbíos; el tiempo que estuvo allá hizo lo que la Iglesia hace, no hizo nada en contra de nadie, actuó con prudencia y paciencia a pesar de tener en contra, grupo de sacerdotes, misioneros(as), religiosas(os) y líderes de comunidades y de organizaciones sociales, y radio sucumbíos, que durante todo el tiempo que estuvieron allá los Heraldos, se ocuparan de impedir su trabajo evangelizador; envenenando a la gente, no es que sea duro no hay otra palabra; diciendo cosas falsas, que luego la misma gente comprobaría que fueron engañados.
Sucumbíos, quiere un cambio en la fe, una fe que durante más de dos mil años la Iglesia la ha dado, ya que ha si lo dice la Palabra de Dios. "Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre" Hebreos 13,8. La Iglesia es la misma de hace más de dos mil años, han variado en todos los siglos la, forma, expresión, los métodos, pero el rostro de la Iglesia es siempre nuevo, por el Espíritu Santo que la renueva.
La orden de los carmelitas ya tuvo su tiempo, y solo Dios juzgará lo que hicieron bien o mal, pero su tiempo terminó, y deben saber que nadie es eterno, ya lo dice la Palabra de Dios; "Uno es el que siembra y otro es el que cosecha", pero todos trabajamos para el mismo Dios, por eso se debería dejar a un lado los celos y de creer que no hay mejor pensamiento o idea mejor que la mía. Si todos trabajamos por un mismo objetivo, deberíamos entregar la posta al que nos precede, y de dejar que el otro mejore y embellezca mejor la obra que empezó, y si tiene que restaurar lo que no está bien, tiene que hacerlo.
Hay que reconocer todo lo bueno, que se hicieron y que ayudó al pueblo de Sucumbíos; pero ellos también deben reconocer que se equivocaron y cometieron errores en la enseñanza de la fe, y saber que es de humanos errar, pero es de valientes reconocer, los errores y desaciertos que se hicieron.
Alguno en un blog que escribe acerca de este problema, comentaba acerca de mi escrito decía: "Que al escribir eso, creo resentimiento o estoy al frente del grupo de revoltosos de los carismáticos, y otras cosas que las interpreta a su manera." A través de este blog, expreso mi sentir desde una óptica objetiva de la realidad, sin querer hacer daño a nadie, y sin exagerar o aumentar la situación, que se vive o se ha vivido allá; y para que mis lectores sepan que no me valgo de ninguna fuente de información, yo mismo soy la fuente, ya que soy de Sucumbíos y viví toda esta situación triste, penosa, para toda la Iglesia. Al contrario de otros que opinan exagerando o falseando la realidad, o solo comentando lo que les conviene; pienso que soy cristiano y que debo decir la verdad, aunque esta se contraria a mis intereses individuales o de grupo, pero decir la verdad es lo que nos enseña Jesús: "La verdad os hará libres:" "La mentira nos esclaviza y nos hace juguete de ella".
No escribo para crear resentimiento, escribo para que se digan las cosas como son; no habrá tranquilidad y conformidad en mucha gente si no se restituye la verdad por los mismos medios que desinformó y mintió a nuestro pueblo, al país y al mundo. Dejando a un lado, intereses, personales y grupales. Todo egoísmo, lleva directo a un fracaso y frustración, de que lo que quise hacer salió mal, por ese alejamiento de Dios y de someter mi razón a mis caprichos ideológicos y particulares alejados de la recta enseñanza de nuestra Sabia y Santa Madre la Iglesia Católica.
P. Bernardino Castro.