24 de junio de 2011

A propósito de unas declaraciones del Padre Edgar Pinos: ¡Quedó muy mal!

Fuente: http://sucumbiosinformacion.blogspot.com/


¡Qué mal se vio la entrevista en el canal del Estado! mientras que el Padre Pinos defendió lo indefendible y afirmó los disparates que vamos a comentar, la Dra. Genoveva y el Ingeniero Royden España explicaban con lógica y claridad sus posiciones.

Cuando el periodista le pregunta al Padre Pinos cuál es la iglesia que él pretendía y que empieza a desaparecer de Sucumbíos, él elaboró una definición bien enredada y difícil de entender; dándose cuenta del desconcierto de los presentes resolvió explicarla… y ¡la embarró más!

En efecto, primero dijo textualmente “Es la utopía de Isamis, el sueño, así como Jesús tenía el sueño del reino de Dios y para eso vino; es la liberación integral de los hombres y mujeres, desde los pobres, por la causa del reino”.

Bueno, este lenguaje no es muy claro para los fieles y mucho menos para un televidente desprevenido; lo entienden solo los iniciados. En primer lugar, hablar de “utopía” es hablar de una cosa irrealizable. Ya empezó mal. En segundo lugar, tratar de soñador a Jesús es un poco irreverente. Jesús tenía un ideal muy preciso y lo realizó a cabalidad. Él fue enviado por el Padre y en obediencia a Él anunció el Reino y llamó a todos a la conversión. Más que un “sueño” era una pasión.

Luego nos dice que la meta de Jesús es la “liberación integral de hombres y mujeres”. ¡Pero esos términos son muy profanos y laicos! También Carlos Marx, el Mahatma Gandi o Camilo Torres podrían suscribir esta afirmación. Nos gustaría ver en la boca de un sacerdote católico algo más o menos así: “Jesús vino para destruir el pecado, a reconciliar a la humanidad con Dios y abrirnos las puertas del Cielo”. Es lo que los niños y los adultos aprendemos en las catequesis.

Después, hablar de “liberación integral” es una redundancia, pues la liberación es integral o no es liberación. Imaginar que Jesús “soñó” una liberación a medias… sería una blasfemia. Por otro lado, hubiera sido bueno que el Padre Pinos nos hubiese explicado de qué liberación se trata ¿liberación de estructuras políticas y económicas? o ¿liberación del pecado? Este punto es muy importante. Porque recordemos que Jesús no luchó contra el imperio Romano como querían los judíos, luchó contra el error, el fariseísmo, contra los mercaderes del templo, contra la falta de fe de sus discípulos, contra el propio diablo que lo tentó.

Otra cosa: hablar de “hombres y mujeres” es otra redundancia, muy a gusto de las corrientes feministas, acaso de la Federación de Mujeres de Sucumbíos. Durante veinte siglos de cristianismo, las personas sensatas han sobreentendido que el hombre y la mujer son una sola cosa, se trata del género humano, y cuando uno dice “los hombres…” sencillamente se refiere a la humanidad. San Pablo nos dice que desde la redención de Jesús ya no hay judío o gentil, libre o esclavo, hombre o mujer: todos somos uno en Cristo.
No se entiende eso de “desde los pobres”. La liberación es desde cualquier situación en que uno se encuentre. Si se trata de los pobres de espíritu, está claro. Pero parece que se trata de un problema de bolsillo, un problema de clase, un problema de lucha… Un problema de lucha de clases. “Pobres siempre los tendréis” dijo Jesús a Judas cuando éste se quejó de que María Magdalena (¡una aristócrata!) derramara un perfume carísimo sobre sus pies. Entonces si siempre habrá pobres, la liberación de Isamis es verdaderamente una utopía, es irrealizable eso de que se los libere integralmente.  Nos preguntamos ¿Por qué deformar el mensaje de Cristo y forjar otra meta para los cristianos? ¿Por qué no atenerse a la enseñanza social de la Iglesia en vez de elaborar teorías y prácticas equívocas o falsas?

Bien, sigamos. “Por causa del reino”, dice el padre Pinos. Pero, una vez más, no aclara qué es el reino. En el Evangelio se anuncia el Reino, pero al mismo tiempo Jesús dice que ya llegó y está en medio de nosotros. En el Padre Nuestro pedimos “venga a nosotros Tu Reino” y el Catecismo de la Iglesia nos explica que aquí pedimos que Dios sea obedecido y reconocido como rey y maestro de todas las personas del mundo, que reine en nuestras almas por medio de la gracia, y que un día nos lleve a su Reino en los Cielos. Todo esto es muy claro, es la doctrina católica.

Para el Padre Pinos ¿Qué es el reino? ¿Es un logro temporal? ¿Se trata del reino de los cielos? ¿Se trata de la tierra nueva y de los cielos nuevos que se establecerán después del fin del mundo? ¿Se trata de un reino milenarista como parece sugerir el Apocalipsis? Nada de eso se explica y los telespectadores no entienden la meta de la iglesia del padre Pinos. Hubiera sido deseable que su definición fuese más accesible y sencilla y menos sofisticada.

Después de decirnos su original fórmula que comentábamos más arriba, nos la explicó así en la televisión: “Según la práctica histórica de Jesús -que caminó con los pobres y desde allí también se dirigió al publicano, al fariseo, a Poncio Pilatos, al imperio, a todos, pero desde los pobres. La Iglesia necesita colocarse históricamente en un lugar: o bien está con unos o con otros. Y desde ahí hace para todos”.

No sabemos bien qué estudios históricos o teológicos habrá hecho el Padre Pinos, tampoco qué estudios de gramática; esta explicación es muy triste. Una vez más, se diría que si se trata de los “pobres de espíritu” su explicación podría tener sentido, pues es claro que Jesús fue pobre y humilde, aunque era de estirpe regia, príncipe de la casa de David. Pero si para caracterizar lo que sea un pobre se trata de una cuestión monetaria o de situación social, pues su explicación es lamentable.

La Iglesia necesita colocarse históricamente en un lugar” dice. Su lugar originario es el Corazón de Cristo y su situación fundacional es la roca de Pedro sobre la cual fue instituida. Pero en realidad su lugar… es el universo entero: “vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio”. El lugar histórico de la Iglesia fueron todos los escenarios en que se desarrolló su historia: El templo, las sinagogas, las catacumbas, los palacios, los desiertos, los monasterios, las catedrales, las universidades, las misiones, los campos, las ciudades, las favelas, los hospitales, las familias… La Iglesia es la comunión de los fieles bautizados unidos a su cabeza, Cristo. Y, aunque ella es básicamente una realidad espiritual, ella está donde están los cristianos. La Iglesia no está en Roma o en Sucumbíos. Está en donde se la confiesa y se la vive.
¿Cómo es eso de que la Iglesia “o bien está con unos o con otros”? Eso es una aberración. La Iglesia está con todos, como Jesús estuvo con todos y no excluyó a nadie. Ni a Judas, a quien lavó los pies y le llamó “amigo” en el momento mismo en que lo traicionaba.

La Iglesia de Isamis sí excluye a los que no congenian con ella. Ni siquiera se preocupa de convertirlos o de buscar adeptos en ambientes ajenos a su perfil supuestamente pobre, popular y comunitario. Y el Padre Pinos lo ha dicho en declaraciones públicas: los comerciantes, los militares, los policías, la gente de la élite… Al pobre señor  Royden España, que es un hombre de origen humilde y trabajador, lo acusó en el programa de TV de ser portavoz de los católicos cuando en realidad, dijo, “no ponía antes los pies en la Iglesia” ¡Es que las iglesias del Vicariato estaban cerradas o atendidas por gente de Isamis que no daban ni el pan de la Eucaristía ni el de la Palabra a los fieles! En vez de celebrar que una oveja se acerca al redil y se integra en él, el Padre Pinos la fulmina con su pobre labia. Definitivamente, este sacerdote de Isamis “está con unos” y no “con otros”.

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