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San Miguel de Sucumbíos dejado de la mano de Dios y de la de la Santa Sede
Este es el texto de Don Antonio Lasierra comentando un extraño nombramiento del Bolletino de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
"El pasado día 10 por la tarde, a la hora en que creemos que no va a salir nada en el "Bolletino", se publicó el nombramiento, como nuevo administrador apostólico del vicariato, del Vicario Apostólico emérito de Napo. Recordemos los hechos. Al obispo López Marañón se le aceptó la renuncia el 30-10-2010. Se nombró a un administrador sin carácter episcopal, Rafael Ibarguren, de los Heraldos del Evangelio. Como el "antiguo régimen" recibió al nuevo administrador con manifestaciones y asonadas, en marzo de 2011 se nombró Delegado Pontificio a don Ángel Sánchez Loayza, Obispo de Guaranda. Y sorprendentemente hace cuatro días, casi de tapadillo, se nombra Administrador Apostólico al obispo Paolo Mietto, CSI, Vicario Apostólico emérito de Napo. O seas que San Miguel de Sucumbíos lleva, en menos de año y medio, cuatro ordinarios. Más o menos como el "Atleti" en tiempos de Gil, don Jesús. ¿Será por la pasión futbolística del cardenal Secretario de Estado?"
San Miguel de Sucumbíos es un Vicariato Apostólico, la Iglesia piensa que no le ha llegado el momento de ser diócesis, al que un pobre hombre, el carmelita español López Marañón, embarcó en la línea liberacionista más radical. Auxiliado por algunos hermanos de hábito españoles, lo del hábito es ciertamente una metáfora, tenía aquello como unos zorros. En Roma, donde ni debían tener muy claro donde estaba ese Vicariato, pensaron que, ya con los años cumplidos´el vicario apostólico, era hora de acabar con el desmadre. Y, primer error, nombraron un nuevo vicario sin carácter episcopal. Heraldo del Evangelio. La aceptación de la renuncia del carmelita fue desautorizadora. Se le mandaba que dejara Ecuador y se volviera a España. Pero el desautorizado y sus corifeos no se resignaron con la decisión pontificia y se la montaron al nuevo vicario. Con respaldo del presidente de la República de Ecuador. Los fieles del vicariato, en su mayor parte, se mostraron felices de recuperar la religión y se las tuvieron firmes con los seguidores, bastante más escasos, del emérito y sus carmelitas. Más algún sacerdote diocesano. La situación de enfrentamiento evidentemente no es lo ideal para ninguna diócesis ni para un vicariato y ante la que se había montado el administrador apostólico, Heraldo del Evangelio, renunció el nombramiento. Sin duda por el escaso apoyo de Roma alarmada por el trifostio que se montó.
Se encomendó entonces el vicariato a otro obispo ecuatoreño, que bastante tenía con la diócesis propia, hasta que el día 10, con nocturnidad y no diré que con alevosía, se nombra un uevo administrador apostólico del vicariato. Digo con nocturnidad porque los nombramientos episcopales aparecen en elBolletino habitualmente entre las doce y las trece del mediodía. Y cuando digo habitualmente quiero decir que en el 99% de los casos. El 10 de febrero hubo una "continuación" vespertina con el nombramiento del josefino italiano Paolo Mietto como administrador apostólico de San Miguel de Sucumbíos. Nombramiento verdaderamente extraño aunque no único en la Iglesia. Recientemente ocurrió algo parecidoi con la diócesis francesa de Córcega.
¿Quién es Paolo Mietto? Pues un obispo a punto de cumplir los 78 años a quien el 11 de junio de 2010 se le aceptó la renuncia del también Vicariato Apostólico del Napo (Ecuador) por haber cumplido la edad reglamentaria. Extraña repesca de un emérito. Si estaba en buenas condiciones de gobernar un vicariato se le pudo prorrogar en el Napo y si se pensaba que ya tenía más que merecido un descanso no se entiende como se le manda al avispero de Sucumbíos.
Todo rarísimo. Estoy seguro de que Don Paolo no es la persona indicada, por su edad, para resolver el desaguisado de López Marañón. Del que todavía se recuerda su esperpéntica huelga de hambre en Quito en defensa de su fracasada pastoral. Y en abierta crítica a Roma.
Sólo discrepo levemente de mi admirado Don Antonio Lasierra en su comentario final. Cierto que de Bertone se puede esperar cualquier cosa pero no siendo salesiano Mietto esto debe ser cosa de Propaganda Fide y no de Secretaría de Estado.
Todo es un despropósito. Como para hacer sucumbir la fe en Sucumbíos. ¿Fue un error nombrar al Heraldo? Pues a exigir responsabilidades a quien lo propuso. ¿Fue acertado? Pues a mantenerlo. Lo demás es una especie de vodevil eclesiástico impresentable.
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